Perdonad el titular compañeros, pero después de jugar a este juego, el adjetivo que más rebota en mi cabeza es “puto”.
Cierto es que si en algo despunta esta generación actual es el los “shooters”. Juegos en primera persona capaces de transportarnos a distintos campos con gran cantidad y calidad de detalles.
Desde campañas espaciales a hipotéticas ciudades olvidadas, pasando por todo tipo de conflictos bélicos. Este es el amplio abanico de posibilidades que nos ofrece un género reinventado con la alta definición. No obstante, la competencia es muy alta y los detalles pueden hacer decantar la balanza hacía un lado u otro.
El juego que nos ocupa es un shooter bélico en toda regla que sigue la estética de su primera parte (Shellshock Nam 67) aparecido en la generación pasada, pero que dista en concepto y no tiene una clara continuación en su argumento.
Se usa como nexo entre ambos juegos una hipotética relación entre hermanos, sin embargo no se puede considerar una continuación propiamente dicha, ya que sus contextos distan radicalmente.
Vietnam, finales de los 60. Encarnamos el papel de un recluta de los marines estadounidenses (hermano del protagonista del primer juego) y pronto veremos como el juego se aleja de los cánones típicos de los juegos puramente bélicos.
Así como la primera parte se puede considerar un simulador puro y duro del infierno vivido en Vietnam, este segundo juego, todo y tener una magnífica ambientación bélica se mezcla con otro género muy de moda: los zombies...
Resulta que este Shellshcok 2 intenta mezclar dos géneros muy conocidos por todos: los shooters bélicos de toda la vida con los “surbibal horror”.
El resultado no es del todo malo, todo y que podría haber sido mejor, sin embargo, la intriga agobiante de algunos momentos logra sobreponerse a la linealidad del género original.
No obstante, todo un alarde de fallos hace que este juego (versión PS3) no brille como se hubiera deseado.
Los gráficos lucen muy acordes con la generación, con unos efectos de iluminación y un mapeado realmente digno que dotan al juego de gran realidad e inmersión. Sin embargo, donde falla la cosa, otra vez más tratándose de una Playstation 3, es en el procesado de esos gráficos.
Supongo que más por pereza de los programadores que por falta de potencial de la consola, las “putas” líneas en pantalla del efecto llamado “antialiasing” no nos dejan en ningún momento, y en determinados puntos, incluso ralentizan la acción a base de micro parones.
Además de esto, que por algunos ya es imperdonable, los tiempos de carga o las cargas entre zonas del escenario se muestran de varias formas igual de molestas: micro parones en el desarrollo o en una molesta borrosidad en el escenario (sobretodo en zonas selváticas). Por suerte, estas lecturas no son más que anecdóticas y, al contrario que el “antialiasing”, apenas influyen en el desarrollo del juego.
Donde realmente flaquea Shellshock 2 es en su argumento y en la traducción al español (desconozco como es la versión original).
La historia, que empieza con cierta gracia, queda rápidamente anulada y convertida en una más, por falta de fuerza en el argumento. Además, las voces de los personajes, aunque bien entonadas, pecan en exceso del argot militar del cine del mismo género. El adjetivo “puto”, como antes he apuntado, termina resultando irrisorio por culpa de su constante repetición, y esto le saca bastante gracia al conjunto.
La parte más loable del título, sin lugar a duda, es su ambientación e inmersión militar. Las múltiples escenas animadas de inspiración cinéfila (algunas mejorables) así como situaciones de estrategia, sigilo o supervivencia, hacen que todo y los fallos gráficos, este juego pueda ser una buena opción para todos los amantes del género.
Una mezcla arriesgada de géneros que, si bien al principio engancha, se hace demasiado monótona por culpa de un vulgar argumento…
Este juego, todo y sus grandes detalles, termina en terreno de nadie por no poder considerarse ni carne, ni pescado.