Antes de empezar este documento, que espero sea mi última crítica hacia la generación actual (pues ya empieza a ser un tópico en mis reportajes y tampoco me gusta), permitidme recurrir a un texto sacado de Matrix que refleja hasta que punto estoy en desacuerdo con la cruda actualidad.
Puesta en escena:
El Sistema, por mediación de los agentes, ha capturado a Morpheo y, tras inyectarle un suero de la verdad, esperan a que éste ceda y les entregue los códigos de acceso al ordenador central de la resistencia. El Agente Smith, cansado de esperar (y bastante cabreado), se saca las gafas, se acerca a él y le susurra al oído:
“… Sabe Morpheo; en todos estos años no he logrado descifrar un enigma. Creo que hay un fallo en la clasificación de la raza humana, pues he llegado a la conclusión de que ustedes no son mamíferos. Los mamíferos son una especie que convive con el medio ambiente que les rodea, se adaptan a él y lo respetan formando un círculo simbiótico entre ambos. Mientras que los humanos muestran una relación algo distinta con el medio. Se instalan, se multiplican, agotan todos sus recursos naturales y se mudan a otro lugar. Solo hay otra especie, en este planeta, que actúe de una forma semejante; ¿sabe cual es Morpheo? ¡Los virus!...”
Puede que esta afirmación del Sr Smith no sea del todo cierta, ya que los virus hacen lo que hacen por instinto (por llamarlo de alguna manera), mientras que los humanos lo hacemos premeditadamente… Nos esforzamos en cargarnos todo lo que nos gusta y disfrutamos haciéndolo*.
Además, hemos creado un método de control que se nos ha escapado totalmente de las manos y del cual todos somos esclavos: El Dinero.
* Nos encanta el entretenimiento visual, acto siguiente, inventamos la piratería y la usamos hasta dañar gravemente industrias como el cine o los videojuegos por el simple hecho de poseer a bajo coste. Por su parte, la industria inventa una fórmula y nos la intenta colar una y otra vez cargándose franquicias gloriosas, ahogando la novedad y forzándonos a buscar alternativas…
Por el afán de dinero, los seres humanos somos capaces de atrocidades inimaginables, siendo capaces, incluso, de lastimarnos a nosotros mismos, lastimar al prójimo y, evidentemente, robar.
Robar es la más simple de esas prácticas promovidas por la avaricia de tener y el ansia de dinero fácil.
El siguiente documento (paciencia porque es largo) es un grito desesperado en contra de la tendencia actual, una tendencia 100% consumista que nos hace bailar al son que quieren unos pocos (carentes de moral alguna) y que nos obliga a pasar por un tubo estrecho del que ni podemos girar.
Os pido perdón de antemano, porque cuesta mucho expresar todo lo que siento y, aunque quisiera hacerlo de forma ordenada y entendedora, las ideas, temores y rabias que están aflorando en el mismo instante de escribir, propician el riesgo de ahogar el reportaje.
La gota que colmó mi paciencia fue una tontería: el visionado de una película y el hecho de que un amigo me la hubiera recomendado. ¡¡Por Dios!! Nos alimentan con más de lo mismo y nos lo tragamos contentos…
Traduciéndolo a las consolas, en la generación que estamos a punto de dejar atrás: ¿Cuántas reediciones nos ha colado Nintendo con el gran añadido del movimiento de mando?, ¿Cuántos remakes HD nos hemos tragado, por parte de Sony, tras anular su retro compatibilidad? y ¿Cuántos clones de “Marines hormonados”, luchando por un mundo en ruinas, de espartanos cabreados con todo bicho viviente y de “cazademonios” del tres al cuarto nos hemos zampado en la oscuridad de nuestras habitaciones?
Eso me lleva a reflexionar sobre ¿QUÉ hemos alcanzado y QUÉ hemos olvidado en nuestro querido hobby?
¿Os preguntáis cual ha sido la película que me ha puesto de tan mala leche, no? Pues ni más, ni menos que Resident Evil; Afterlife.
Sí, ya sé que no es una película 100% oficial y que sigue un camino paralelo a la saga de juegos, pero excusándose en “Based on Capcom Videogame” nos han servido una bazofia que no hace más que desprestigiar a la saga original y dejar entrever, otra vez más, que los aficionados a los videojuegos somos un mercado fácil. Un mercado que nos tragamos TODO lo que nos meten en el plato.
Argumento patético, vestuario (en la mayoría de casos) ridículo, personalización de personajes muy pobre, implantación totalmente desordenada de elementos de los juegos, desprestigio de los iconos originales y un largo etcétera que solo se ve un poco balanceado (que ni de lejos arregla nada) por una escena de lucha medio buena en los aseos. Lo demás, incluso las ralentizaciones tipo Matrix, ridículo y abusivo con el simple fin del 3D y llenar minutos.
Respeto a todos los que les haya podido gustar esta película, pues no todos tenemos los mismos gustos, sin embargo, estoy convencido de que, como película, no merece ni ser recordada.
Algo parecido está ocurriendo con nuestro sagrado mundo: Los Juegos.
Hará unos días me sobrecogió una escena animada de un juego 100% prefabricado. Me emocionó la carga visual de la misma, pero lo más sorprendente es que estuviera en un juego de lo más cutre (argumentalmente hablando) de esta generación.
Las consolas actuales, gracias a la alta definición, han llegado a un punto de perfeccionismo gráfico que permite la coalición, tan soñada por todos, entre juego y cine y, por contra, ha sido la generación de los “refritos” (remakes, clones, juegos con argumento 0, juegos con fallos inexplicables…)… Eso sí, “refritos” en HD (para hacernos callar). Bueno, la WII ni eso podía ofrecer…
Un buen juego, a mi entender, es el convenio perfecto entre diseño, argumento y jugabilidad. Los tres ingredientes bien mesurados y mezclados hacen que un juego se transforme en un recuerdo para toda la vida y merezca valer 60 euros. Lo demás, no deja de ser otro plato de verdura.
Actualmente, cuando la Generación HD está ya agonizando, vemos que las productoras no han mesurado nada bien los ingredientes y mientras unos apostaban 100% por la jugabilidad (olvidándose de que ya no tenemos 10 años), los otros han abusado del potencial gráfico (olvidándose que tras la retina, tenemos el cerebro).
No obstante, TODOS han coincidido en un hecho: vender verdura a precio de marisco. Esto, y apoyarse sin vergüenza alguna en un “sentimiento retro” ignorado hasta la fecha (bazares, remakes HD…).
He llegado a un punto de descontento tal, que no me importa nada mostrar mi verdadera cara y gritar: ¡OS ODIO!
-ODIO a los juegos que se parecen (casualmente) a tantos otros.
-ODIO a Nintendo por convertir una simple opción de juego, en una tendencia de moda.
-ODIO a Apple y Samsung por obligarnos a gastar mucha pasta por no ser socialmente excluidos.
-ODIO a Sony por sus mentiras.
-ODIO a Capcom por alargar, innecesariamente, sus sagas hasta la saciedad.
-ODIO las falsas campañas de marketing que venden mierda por oro.
-ODIO a los parches vía Internet y a todos los que programan mal (a propósito, o no).
-ODIO al Streaming porque, de bien seguro, es más teórico que práctico.
-ODIO a los que quieren cargarse el formato físico, porque sin él, los usuarios no tendremos NADA.
…
No es un odio irreversible, pero sí un sentimiento de rabia frente a unos factores que parezco ver solo yo. Encerrado en mi mundo, como un loco altruista rebuscando en su mente, me propuse, en su día, no comprar ningún juego más en formato “Novedad”, mientras veo que billones de personas siguen comprando, ciegamente, como si nada de esto fuera con ellos.
Por favor, no me considero tan raro… Si yo veo esta BRUTAL INJUSTICIA, todos podemos vela ¿no creéis?
¿Quién, en su sano juicio, se puede imaginar que un “Best Seller” se escribe en un año? ¿Quién, en su sano juicio, se puede imaginar que una buena película se rueda en un año?
Pues, por esa misma regla de tres, porque cojones las compañías productoras de hardware tiene que presionar a sus desarrolladoras, cuando son ellas mismas las que, cuando les interesa, retrasan sus producciones más de dos años (Gran Turismo 5).
¡No seamos
necios! No se han olvidado de crear buenos juegos, lo que pasa es que Kojimas, Uedas y compañía están obligados a sacar buen material en poco tiempo y, esto, es
imposible.
Somos tan “virus” que seguramente la culpa de esto la acabemos teniendo nosotros mismos, ya que si una compañía solo sacara 10 juegos al año para su consola seríamos los primeros en criticar su ineficiencia. Nos sentiríamos traicionados, engañados, menospreciados… Vaya, todo el contrario que ahora, que si un juego no nos gusta por saber a verdura, compramos otro de distinto color… aunque siga sabiendo a verdura.
Ejemplo de que la verdura, con algo de salsa, no parece verdura:
Nintendo crea un juego para su WII. Un juego adictivo y entretenido como pocos, pero simple en concepto y fácilmente aborrecible. Dicho concepto de juego se asemeja mucho a un juego Arcade de antaño (de la Era NEO GEO o CAPCOM), juegos simples pero adictivos, de los que llaman la atención a primera vista y son fáciles de jugar.
¡Bien! Ahora pongamos por caso que yo quiero vender una ROM del Knights of the Round, grabada en un CD, por 60 euros. ¡Timo al canto! Y de los gordos. ¿Por qué? Ambos juegos son súper jugables, entretenidos y simples…
De un juego al otro han pasado más de 20 años. 20 años de evolución en los que TODOS hemos madurado. Ahora ya no solo queremos dos botones de acción ni tener que mover el brazo “párriba” y “pábajo”. ¿Por qué pagamos 60 euros por un juego de WII simple* y por un Knights of the Round (sin hardware, obviamente) no los pagaríamos ni locos?
* No quiero que caéis en errores: este post no critica la WII, sino a toda una generación de elocuencias.
El concepto WII, que tanto gustó en su momento, no es más que un concepto de juego de usar y tirar. Un concepto que no debería ir de la mano de una compañía con la experiencia y renombre de Nintendo, al menos no de la forma en que lo hace (como única opción).
Los juegos, para valer 60 euros y justificar el duro trabajo de las compañías, deberían ser obras de arte: juegos bien ideados, bien estructurados y bien programados. Para todas las edades y gustos, pero bien concebidos y mejor realizados.
En esta maldita generación, han aparecido cientos de juegos, con una publicidad brutal y que a la hora de la verdad han resultado ser verdura de distinto color. Al mismo escribir me acuerdo del Assassin’s Creed (por citar uno al azar), la panacea según muchos medios especializados y un nutre cestas de rebajas para otros, ¿Por qué? Pues porque no era tanto como prometía y, como bien he comentado anteriormente, no tenía sus ingredientes bien mesurados: buena idea, buen diseño, buen mapeado, pero una jugabilidad exageradamente repetitiva...
Pocos son los juegos de esta generación que no tengan un contrapunto u otro y, de esos pocos, aún menos los que tienen un buen argumento.
Sin criticar ningún tipo de comida, me parece que estamos más cerca del “Fast Food” que del restaurante de calidad. ¿Quién tiene la culpa de eso? ¿Solo las compañías?
Las nuevas generaciones de jugones se han acostumbrado al Fast Food y prefieren bajarse demos y juegos cutres para el Iphone o la tablet que esperar más y poder comprar un juego a 60 euros. Que queréis, si nosotros les hemos alimentando a base de WII porque era el Newgen más barato…
También, otro ejemplo de incoherencia que me pone de los nervios es ver como Sony (la misma Sony que antaño regalaba demos a sus usuarios) puso a la venta una demo de su Gran Turismo 5 (a precio de juego completo) y vendió millones de unidades… ¿Desde cuando una demo debe venderse, por completa que sea? Una demo no deja de ser un producto inacabado. Un avance de algo que ya valdrá sus 60 euros… (¡Joder! Como han cambiado las cosas sin que nadie se diera cuenta)
Las compañías se han acostumbrando a que cualquier lechuga, con una buena campaña de publicidad, se venda y, además, a precio de filete. ¿Somos, o no, nosotros los dueños de nuestro dinero?
No sé que opinaréis (de haber llegado hasta este punto del reportaje), pero yo veo claro que, solo yo, soy dueño de mis propios actos y esas mamonas lo van a pagar. ¿Cómo? Pues sin ver un euro más de mi bolsillo hasta que agachen la cabeza, me miren a los ojos y me pidan perdón.
Luego podremos volver a hablar de como proseguir, pero mientras quieran encasillarme y que encima pague por ello, groseramente les voy a decir: ¡Qué les…!
Otro gran problema de la generación actual es que ha habido un distanciamiento brutal entre las empresas productoras y los usuarios finales. De hecho, no nos engañemos, este distanciamiento ha existido siempre, pero antes, como los videojuegos eran, por decirlo de algún modo, algo experimental o minoritario, parecía que nos tenían más en cuenta.
Hoy en día, nos mienten, nos engañan, nos discriminan*, nos humillan… Y sin esforzarse en disimularlo.
* Yo no he leído aún, en ninguna descripción de consola actual, que sea obligado tener Internet para disfrutar de su sistema. Pues, ¿Por qué sacan juegos tarados que solo se pueden arreglar mediante conexión? ¿No es gordo que una consola que valió 600 euros no incluyera un cable HDMI?
Hemos creado un mundo perfecto en el que, al pensar en una buena compañía de videojuegos, siempre pensamos en una oficina bien situada, en alguna importante capital, limpia, blanca, moderna (tipo laboratorio de Umbrella), donde los trabajadores son informáticos licenciados, programadores, ingenieros artísticos, bla, bla, bla…
Pero que a la hora de la verdad, ya sea porque trabajan bajo presión o porque no ven más que ceros y unos, se olvidan de la parte humana. ¿De que sirve un juego sin coherencia argumental? ¿De que sirve un juego sin sentimiento? Si carecen de ideas, o prefieren gastarse el dinero en una posterior lucha de marketing, ¿por qué no acuden a nosotros? ¿Por qué no hacen concursos de ideas, concursos de argumentos…? Ni para eso nos tienen… Ellos se lo hacen, ellos se lo cuecen y nosotros nos lo tenemos que tragar.
Creo que una buena convivencia entre productoras y usuarios sería posible con un mínimo de esfuerzo por ambas partes.
Soy muy tajante con el tema de los argumentos porque creo que, junto a los fallos de programación, o la mala optimización del hardware, es el punto más a criticar en esta generación. Sí, ha habido argumentos muy trabajados, pero por cada juego único, nos han colado diez clones totalmente insípidos.
Ya para ir terminando, quiero centrarme en una de las más descaradas formas de obligarnos a comer verdura:
¡Las ediciones especiales de coleccionista!
Supongo que en el imperio empresarial manda una norma de oro que debe decir algo así:
Si vendo mierda y no quiero que se den cuenta, regalaré un ambientador con ella…
Duro de admitir pero real como que 2 + 2 = 4. Además, de regalo nada, porque estas ediciones siempre son más caras que las convencionales.
¿Son necesarias las ediciones de coleccionista? ¿Todos los juegos merecen una edición así?
De 15 a 20 euros de más por una cajita, una figurita “made in china”, un par de postales (con suerte un librito) y el mismo juego que meses más tarde encontrarás en versión “económica” por menos de la mitad. ¿De qué somos coleccionistas, de juegos o de tonterías?
Entiendo que de un buen juego de ROL o una superproducción pueda hacer gracia poseer extras acordes a la calidad del juego, pero para que quiero yo una “caja regalo” del Sonic 4*, si al meter el juego me encuentro que “ranquea” de lo lindo. ¿De qué sirvió el “mando-motosierra” del Resident 4?
¿Realmente, una caja metálica o de cartón, que desentona de lo lindo en la estantería, es mucho más guay que una en versión normal?
* He puesto el Sonic 4 como mero ejemplo. Pasándolo al cine: una edición extendida de The Lord of the Rings tiene su motivo de ser, pero una edición coleccionista de Dead or Alive…
No sé amigos, llegados a este punto, os diré lo de siempre: que cada uno piense por él.
Mi enfado hacia la tendencia actual y, en especial, a la generación que está por terminar, se acaba aquí. Puede que algo desordenado, pero en este documento he expuesto todo lo que pienso al respeto y, una vez descargada toda mi rabia en forma de letras y espacios, no puedo más que dedicar, a todas aquellas compañías que me quieren solo por mi cartera, una frase de mi querido Enrique Bunbury
¡Que os vaya bonito!