No sé muy bien como empezar el análisis de este juego. Lógicamente, como pata negra que es, dentro del catálogo de PS4, le tenía muchísimas ganas, no obstante, por mi falta de tiempo he tenido que jugarlo de manera muy entrecortada y esto ha podido influir un poco en mi visión global del conjunto. 

Técnicamente es una pasada y si bien no aporta nada nuevo comparado con los demás “triple A” de la consola de SONY, está super correcto y muy bien realizado. KRATOS, su hijo, los protagonistas secundarios, los enemigos, los magníficos escenarios… TODO correcto. Al nivel que esperamos de una producción así.

En donde radica su principal cambio es en el tema argumental y, por ende, en la mitología que lo rodea. No voy a explicar nada al respecto, pues al igual que a mi me chocó y, poco a poco, me fue enganchando, querría que os pasara lo mismo. Solo os diré que al no conocer tan bien la mitología nórdica de la que bebe (como sí la griega), me descolocó un poquito al principio. Multitud de nombres, conceptos y localizaciones nuevas que, de golpe y sopetón, nublan el recuerdo que todos teníamos de KRATOS.

También creo que ha perdido un poco de espectacularidad (a mi humilde entender). El juego está plagado de momentos épicos: el bosque de Freya, la aparición de la serpiente del mundo, la batalla con el dragón… pero no supone aquél flipe constante al ir descubriendo titanes de anteriores entregas…

Cuando uno piensa en God of War, le vienen en mente enemigos colosales que no caben ni en pantalla. Dioses a los que tenemos que ir desgarrando, poco a poco, de la forma más salvaje posible… Pues bien, aunque sí es cierto que algo de esto hay, no es tan explícito o espectacular como en anteriores entregas. Obviamente el nivel gráfico actual no tiene parangón, pero es como que las luchas, o los enemigos, no impresionan tanto como antaño… Será que ya hemos visto demasiado…

No obstante, paradójicamente, este detalle dota al juego de un calibre más humano. Para nada estamos ante un juego soso (visual y espectacularmente hablando), de hecho, este adjetivo que he utilizado es ideal para describir las relaciones entre los distintos protagonistas, así como el hilo argumental que los rodea.

Uno de los valores más importantes del juego, sin lugar a duda, es el aparado sonoro, más concretamente, los diálogos.

Unos textos buenísimos y una narración espectacular que dota a los personajes de una realidad increíble. Es de recibo agradecer a los programadores y a los dobladores españoles el gran trabajo que han realizado, pues, pese a que muchos de esos diálogos son gratuitos (o sea, que no aportan nada al desarrollo del juego), llenan perfectamente el hilo argumental dotando a los personajes secundarios de una fuerza y una personalidad inigualable. Además, las múltiples historias de KRATOS y Mimir, al navegar o correr por los escenarios, no tienen precio.

En general, y tras valorar lo que me supuso este juego en conjunto, debo reconocer que mis reticencias primeras, al encontrarlo tan raro y distinto al original (básicamente en su faceta argumental), han sido superadas por aquél sentimiento de cariño que experimentas cuando un juego te ha aportado algo más que acción. Obviamente, en un God of War tiene que haber lucha y sangre a raudales (y en este lo hay), pero también tiene una parte humana que no había en anteriores entregas.

Terminaré el review con una sola premisa: no valoréis este juego hasta haberlo terminado, pues puede que lo infravaloréis equivocadamente.

Un GRAN juego de acción con un GRAN protagonista que ha sabido sobreponerse al paso de los años.